COLUMNA DE:
Sandro Barreto

Sandro Barreto

01 febrero 2016 | 10:47 am Por: Sandro Barreto

Péndulo dolor - placer y el éxito

Péndulo dolor - placer y el éxito
Por naturaleza el ser humano hace todo lo posible por obtener placer y hace lo imposible por evitar todo aquello que le cause dolor; sin embargo si se desea alcanzar el éxito en cualquier cosa que uno se proponga, hay que estar dispuesto a pagar el precio. Con frecuencia ocurre que:
•    Queremos conseguir un trabajo increíble o un ascenso, pero no estamos dispuestos a adquirir las competencias que nos permitirán acceder a ese trabajo o a ese puesto.
•    Queremos nuestra propia empresa pero no estamos dispuestos a correr los riesgos, a vivir en la incertidumbre y a exponernos a fracasos.
•    Queremos un físico increíble pero no estamos dispuestos a pasar horas haciendo deporte,  a  comer y beber sanamente o a dejar de fumar.
•    Queremos que nuestra relación con otra persona mejore y no estamos dispuestos a cuestionar objetivamente nuestro comportamiento y a modificarlo.

La lista de todos los beneficios que queremos, salvo honrosas excepciones, siempre suele ser más extensa que la lista de lo que debemos hacer para conseguirlos. A lo largo de la historia de la humanidad grandes pensadores y filósofos se han referido a esta paradoja, de la misma manera que lo han hecho personas que han alcanzado el éxito en su vida; a pesar de ello no hemos logrado interiorizar suficientemente el concepto, pues vivimos en un mundo instantáneo donde la gran mayoría no quiere pagar el justiprecio siguiendo el proceso: “primero pago y luego tengo el bien” o “primero cultivo y luego cosecho” (la mayoría quiere tener el bien y luego pagarlo en largas y cómodas cuotas como quien compra un vehículo). Hace algunos años el famoso coach Anthony Robins puso el tema sobre el tapete y acuñó esta frase: “El secreto del éxito es aprender cómo usar el dolor y el placer, en lugar de que el dolor y el placer te usen. Si haces eso, estas en control de tu vida. Si no, la vida te controla”. Vince Lombardi, el más famoso entrenador de futbol americano estampó la frase: “Para alcanzar el éxito en cualquier cosa que te propongas, has de pagar un precio”.

Lo que Robins y Lombardi nos dicen con sus mensajes es que no es posible alcanzar los beneficios sin pagar el costo, de la misma manera que no se pueden hacer tortillas sin romper huevos. Para tener un resultado hay que ejecutar un proceso. No basta con desear lo que se quiere como nos trata de vender cierta literatura barata, hay que, además de desearlo, ponerse en acción diseñando un plan que nos permita trasladarnos de la situación actual a la situación deseada, para luego ejecutar todas las actividades de ese plan y finalizar controlando los resultados que permitan detectar y corregir las desviaciones desfavorables o detectar y aprovechar las desviaciones favorables que inevitablemente se presentarán.

El obstáculo más grande que enfrentamos para nuestro crecimiento y desarrollo es el temor a fracasar; mejor dicho el dolor que eso nos ocasiona ya que el miedo no está en el fracaso per se. Usualmente nos sentimos impotentes ante el fracaso y no nos gusta sentirnos así porque no queremos soportar la incomodidad de dicho sentimiento. Asociamos equivocadamente fracaso con dolor y es a éste último a quién más miedo le tenemos, porque el dolor está relacionado con sufrimiento. Pensamos que el éxito y el fracaso son los dos elementos que nos califican como personas: si tengo éxito soy una persona valiosa y si fracaso, no valgo nada y la gente me va a criticar o rechazar. El temor al fracaso no está relacionado directamente con la situación que enfrentamos, ni con su importancia o dificultad. Está determinado por lo que pensamos de dicha situación, de nosotros mismos y de cómo sus resultados nos pueden afectar emocionalmente. Para que el fracaso no nos afecte, hay que desarrollar la resiliencia (capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad) y no sufrir por tonterías. Uno de los mejores ejemplos de resiliencia lo encontramos en Thomas Alba Edison que, ante la pregunta formulada por un reportero respondió: "No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla.". Para Edison el fracaso era parte fundamental del éxito, porque cada fracaso era una oportunidad para aprender y corregir. Edison no dejaba que el dolor y el placer lo usen y mantenía el control de su vida. Edison utilizaba el procedimiento prueba - error también conocido como ensayo - error, que como sabemos es un método heurístico para la obtención de conocimiento. Consiste en probar una alternativa y verificar si funciona. Si es así, se tiene una solución. En caso contrario —si el resultado es erróneo— se intenta una alternativa diferente.

Una situación que grafica el buen manejo o uso del dolor y del placer es el parto, ya que es una experiencia que requiere transitar por el dolor para conseguir el placer de traer una nueva vida al mundo. Toda parturienta sabe que para que nazca la criatura que lleva en su vientre deberá experimentar inevitablemente el dolor, pero su instinto le hace saber que el sufrimiento es opcional; por ello el foco en el momento del parto está en traer a la nueva vida al mundo, haciéndole muy poco caso al dolor. La clave en la vida no está en evitar, huir o eliminar el dolor de nuestra existencia; la clave está en aceptar, crecer y madurar en medio del dolor.

¿Qué es el dolor desde una perspectiva evolutiva?; es simplemente el precio que se paga por el placer de lograr que las cosas sucedan (primero en uno mismo y luego en los demás). El dolor, en el mundo empresarial, es el precio que paga el directivo por el éxito de su empresa y por los beneficios que genera para los grupos de interés vinculados. No más quejas ni lamentos por el dolor generado como consecuencia de la evolución; hagamos lo que hace el gimnasta al poner la mirada en el placer de lograr una rutina perfecta,  sin perder el tiempo en el dolor que sentiremos en los brazos al ejecutarla.

Si desea más información sobre este tema escríbanos a: servicioalcliente@goldenage.pe, o visite la página web: www.goldenage.pe