03 enero 2025 | 09:44 am Por: Redacción

En el 2000, solo el 33.4 % de las proteínas provenían de fuentes animales, mientras que en 2022 este porcentaje aumentó a 48.9 %, lo que refleja una mejora, aunque sigue habiendo una alta dependencia de proteínas vegetales, de bajo valor biológico

Disponibilidad y dependencia alimentaria en el Perú 2000-2022

Disponibilidad y dependencia alimentaria en el Perú 2000-2022
En el 2000, los alimentos más disponibles en el Perú pertenecieron a los grupos de cereales, raíces ricas en almidón, frutas, leche y verduras, los cuales representaron cerca del 80 % del total, lo que revelaba una dieta basada en carbohidratos (72 % de las calorías), con aportes menores de grasas (17 %) y proteínas (11 %) (Faostat, 2024), por debajo de los estándares nutricionales promedio establecidos para una dieta equilibrada: 55-60 % de carbohidratos, 25-30 % de grasas y 10-15 % de proteínas. En 2022, los carbohidratos y grasas continuaron siendo la principal fuente de energía (66 % y 22 %, respectivamente), con mejoras mínimas en el aporte de proteínas (12.55 %); por ende, la dieta peruana excedió el límite recomendado de carbohidratos. A nivel de América del Sur, se observó la mayor disponibilidad de grasas, aunque el promedio mundial mostró una mejor distribución de macronutrientes.

Por: Javier Aponte Elera (Ingeniero agroindustrial y de biocomercio. Maestrante en Bromatología en la Universidad de Buenos Aires - Argentina)

(Agraria.pe) A lo largo de las últimas dos décadas, la dieta peruana ha estado marcada por una alta dependencia de carbohidratos y una creciente vulnerabilidad ocasionada por la importación de alimentos esenciales como la soya, el trigo y el maíz. Si bien ha habido mejoras en la disponibilidad calórica y proteica, persisten desafíos relacionados con la calidad de los alimentos y el equilibrio nutricional.

Hojas de balance y nutrición
Las hojas de balance de alimentos de la FAO brindan información esencial sobre el sistema alimentario de un país, lo que permite inferir la adecuación nutricional de la población. Aunque, como se ha dicho, no reflejan el consumo real, son una herramienta útil para evaluar de forma indirecta el estado nutricional.

Las hojas de balance detallan la disponibilidad de energía, proteínas, lípidos y carbohidratos en 21 categorías de alimentos. Al sumar estos valores y dividirlos por la población total, se obtiene la disponibilidad promedio de calorías (kcal), proteínas y lípidos por persona al día. Estas hojas hacen posible, además, estimar la dependencia alimentaria, un indicador que es clave para medir la seguridad alimentaria, pues refleja qué proporción de los alimentos disponibles proviene de importaciones.

Disponibilidad nutricional en el Perú
En el 2000, los alimentos más disponibles en el Perú pertenecieron a los grupos de cereales, raíces ricas en almidón, frutas, leche y verduras, los cuales representaron cerca del 80 % del total, lo que revelaba una dieta basada en carbohidratos (72 % de las calorías), con aportes menores de grasas (17 %) y proteínas (11 %) (Faostat, 2024), por debajo de los estándares nutricionales promedio establecidos para una dieta equilibrada: 55-60 % de carbohidratos, 25-30 % de grasas y 10-15 % de proteínas (WHO, 2023a; WHO, 2023b).

En 2022, los carbohidratos y grasas continuaron siendo la principal fuente de energía (66 % y 22 %, respectivamente), con mejoras mínimas en el aporte de proteínas (12.55 %); por ende, la dieta peruana excedió el límite recomendado de carbohidratos. A nivel de América del Sur, se observó la mayor disponibilidad de grasas, aunque el promedio mundial mostró una mejor distribución de macronutrientes.

Adecuación de los requerimientos de nutrientes
Para evaluar la suficiencia de los alimentos disponibles, se compararon los requerimientos calóricos y proteicos calculados para un varón de entre 18 y 30 años, en distintos niveles de actividad física (FAO et. al, 2004 y 2007), con la disponibilidad energética y proteica reportada en las hojas de balance para 2000 y 2022.

En 2000, la disponibilidad calórica en el Perú (2366 kcal/día) fue insuficiente para una persona sedentaria, mientras que América del Sur (2.792 kcal/día) y el mundo (2.728 kcal/día) superaron este umbral, pero sin alcanzar el nivel necesario para actividad moderada. En 2022, el Perú aumentó su disponibilidad a 2.805 kcal/día, superando el requerimiento sedentario, mientras que América del Sur y el mundo también mostraron mejoras.

Aunque la disponibilidad proteica en el Perú ha sido suficiente para cubrir el requerimiento diario de 58.1 g/persona/día, la calidad de las proteínas sigue siendo un reto. En el 2000, solo el 33.4 % de las proteínas provenían de fuentes animales, mientras que en 2022 este porcentaje aumentó a 48.9 %, lo que refleja una mejora, aunque sigue habiendo una alta dependencia de proteínas vegetales, de bajo valor biológico.

Relación entre disponibilidad nutricional y dependencia alimentaria (2000-2022)
La dependencia alimentaria mide la proporción de alimentos que un país debe importar, y es un indicador clave de seguridad alimentaria. En 2000, el Perú importaba el 90 % de la soya, el 89 % del trigo, el 81 % de la avena y el 41 % del maíz. En 2022, esta dependencia aumentó de forma significativa: el 100 % de la soya y la avena, el 95 % del trigo y el 69 % del maíz fueron importados (Faostat, 2024). Esta alta dependencia de alimentos esenciales aumenta la vulnerabilidad del Perú ante las fluctuaciones de los precios internacionales y las posibles interrupciones en el comercio.

Reportes de situaciones nutricionales en el Perú
A) Desnutrición - déficit calórico: En el año 2022, el 36.2 % de la población peruana enfrentó un déficit calórico, un aumento significativo respecto al 26.3 % en 2007. La incidencia fue mayor en la sierra (38.1 %), seguida de la costa (36.9 %) y la selva (28.3 %) (INEI, 2024). Estos resultados indican que 36 de cada 100 peruanos no acceden a una dieta adecuada; por lo tanto, no cubren sus necesidades mínimas energéticas por día, lo que refleja un acceso desigual a los alimentos.

En 2022, la desnutrición afectó al 0.5 % de los niños menores de 5 años en el Perú, cifra baja pero persistente en algunas poblaciones vulnerables.

  1. B) Sobrepeso y obesidad: Entre 2000 y 2022, la prevalencia de obesidad en el Perú casi se triplicó, pasando del 12.1 % al 27.3 %. Este aumento refleja cambios en los hábitos alimentarios y un mayor sedentarismo (OPS, 2016), situando al Perú por encima del promedio mundial de 15.8 % en 2022. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo importantes para enfermedades crónicas como la diabetes y problemas cardiovasculares (FAO et. al, 2023).
  2. C) Anemia: En el 2022, la anemia afectó al 20.6 % de las mujeres en edad fértil, siendo más prevalente en las zonas rurales (21.8 %). Por otra parte, la deficiencia de micronutrientes, como el hierro, sigue siendo un problema que afecta la salud materna e infantil, lo que evidencia una brecha de género de la inseguridad alimentaria (FAO et. al, 2024).

 

Conclusiones
Entre el 2000 y 2022, el Perú experimentó mejoras en la disponibilidad energética y proteica, lo que hizo que superara los requerimientos calóricos mínimos para una persona sedentaria. El análisis revela, sin embargo, que la dieta peruana sigue estando desequilibrada, con una predominancia de carbohidratos y una proporción insuficiente de grasas y proteínas de alto valor biológico. Aunque el aporte de proteínas animales ha mejorado, la dieta aún depende significativamente de proteínas vegetales, lo cual limita la calidad nutricional general.

La dependencia alimentaria del Perú aumentó de manera preocupante entre 2000 y 2022, con importaciones de soya, trigo, avena y maíz en niveles muy altos, lo que incrementa la vulnerabilidad del país ante fluctuaciones internacionales de precios y suministros. Esta situación es crítica, especialmente considerando que se trata de alimentos básicos, tanto para el consumo directo como para la producción de alimentos de origen animal, lo cual afecta toda la cadena alimentaria.

El Perú enfrenta una triple carga de malnutrición: desnutrición, anemia y obesidad. En 2022, un aumento significativo de población que sufre déficit calórico (36.2 %) es reflejo de un acceso desigual a los alimentos. Asimismo, la anemia persiste, afectando al 20.6 % de las mujeres en edad fértil, especialmente en las zonas rurales. Al mismo tiempo, la obesidad en adultos se ha triplicado, hasta llegar al 27.3 %. Esta coexistencia de deficiencias nutricionales y sobrepeso refleja serios problemas de seguridad alimentaria, situación que requiere intervenciones urgentes para mejorar tanto el acceso como la calidad de los alimentos disponibles.

Fuente: La Revista Agraria (Publicación del Centro Peruano de Estudios Sociales -Cepes)

 

Etiquetas: alimentos