Meses después, siendo yo funcionario de Sierra Exportadora, debí solicitar a Hugo Wiener la participación activa del Banco para llevar a cabo diversas actividades como programas de desarrollo de capacidades, diplomados en gestión empresarial, nuevos productos financieros para la sierra, entre otros proyectos.
En casi dos años de trabajo cercano con Hugo, recibimos de él una proactividad casi nunca vista en un funcionario público; no solo el deseo de participar institucionalmente, sino con los aportes de gestión que hacía para mejorar la ejecución de los proyectos. Por estos motivos me sorprendió su salida del Banco Agropecuario, no solo porque el Banco perdía una gran persona, sino porque esta institución pasaba por el mejor momento de su historia.
Hugo Wiener logró el punto de inflexión en una institución que no tenía expectativas dentro del agro, llevándola a niveles de colocaciones que superaban los mil millones de soles con una inercia de crecimiento espectacular. Gran mérito si consideramos que este crecimiento no se sustentaba en mayores aportes de capital del Estado, sino que provenían de líneas definanciamiento del sector privado hacia el Banco para que éste pueda prestar a los productores agropecuarios.
Este 28 de noviembre se presenta en la PUCP el libro recientemente escrito por Hugo: AGROBANCO, testimonio de parte. Allí, Hugo nos regala además de su experiencia profesional, un panorama de lo que son o pueden ser las finanzas de fomento con enfoque de mercado; resalto su visión de manejo de portafolio crediticio para el Banco: diversificarse en productos, diversificarse en regiones y diversificarse en tamaño de clientes.
Esta última necesidad de diversificar la cartera de clientes es lo que llevó al Banco a financiar a medianos productores agropecuarios. Sin duda una necesidad para poder fortalecer el negocio y disminuir riegos; pero también fue un insumo de polémica si consideramos que, para algunas autoridades, el Banco Agropecuario solo debe prestarle a la pequeña agricultura.
A mi parecer, no hay nada más útil para la pequeña agricultura que un Banco sólido, solvente y líquido dispuesto a financiarla hoy, mañana y la próxima década. Si para conseguir esto además de financiar al pequeño productor debo financiar al grande o debo abrir mi accionariado para aumentar el capital con aportes privados pues bienvenido sea. Lo importante es que el Banco sirva a la pequeña agricultura y no sea un Banco inviable por ley o injerencias políticas.
24 de noviembre del 2014