Empezó con champús de aloe vera que no funcionaron comercialmente pero luego se dio cuenta que había una oportunidad en el rubro de las bebidas saludables. Mudó su producción de Lima a Huánuco y desde allí distribuye con el objetivo de consolidarse y cumplir eventualmente con el sueño de exportar.
(Agraria.pe) Alberto Torres es ingeniero de Industrias Alimentarias de la Universidad Nacional Agraria de la Selva y desde el principio se ha guiado por un lema: “Tenemos que egresar de las universidades para generar empleos, no para ser empleados”.
Con ese espíritu de emprendimiento, en una coyuntura de vaivenes económicos personales, tuvo la idea de rescatar el legado de las plantas medicinales de nuestro país, especialmente de la sábila con el fin de iniciar un proyecto comercial.
Empezó hace casi cinco años en la pendiente de un cerro en el kilómetro 19 del distrito de Lurigancho Chosica, donde comenzó a sembrar los primeros ejemplares de esta planta. Rápidamente, lo que había sido un paraje desértico se convirtió en un área con cerca de 9 mil plantas de sábila, reforestada además con eucaliptos, molles, paltas, manzanos, platanales. “Parece un lunar en el desierto”, dice.
La idea no era vender la sábila en su estado natural, sino procesarla. En principio pensó en un champú con aloe vera, pero no tuvo suficiente pegada comercial. Además, las familias que lo apoyaban en el emprendimiento de la zona empezaron a dispersarse y el esfuerzo emprendedor fue menguando.
Pero Alberto Torres no iba a cejar en su sueño y emprendió un viaje hacia una tierra de cuyas bondades en cuanto al clima y lluvia tenía conocimiento: Huánuco.
Allí, en el kilómetro 17 de la carretera de Huánuco a Tingo María, en una zona denominada Taruca (una especie de venado andino que antes se encontraba en la zona) reinició el sueño. Así lleva cuatro meses ya desde que empezó a instalar las plantas de sábilas y está próximo a tener su primera cosecha.
Junto a ocho agricultores locales que comparten su visión, trabajan el insumo en cinco a seis parcelas, y han implementado una pequeña planta de manufactura. Torres garantiza a los agricultores la compra de su producción. De hecho, el entusiasmo es tal, dice, que ya no hay plantas de sábila en Huánuco, por lo que se planea llevar ejemplares desde Lima.
“Tenemos aproximadamente 3.000 plantas listas para cosechar en un mes. Será la primera cosecha en Huánuco, luego crecerá logarítmicamente, se está sembrando de manera tecnificada por la escasez. Y la idea del proyecto además es ayudar a la forestación; debemos preocuparnos por lo que va a suceder en 20 o 30 años con los cerros”, sostiene el emprendedor.
Nueva etapa
Luego del paso en falso con el champú de sábila, Alberto Torres tuvo una especie de revelación: vio que habían ingresado al mercado bebidas de sábila de Corea y China, pero con el detalle de que los cortes de sábila al interior no se sedimentaban.
“Como ingeniero de alimentos dije, aquí hay algo raro”, apunta. Y sí, al momento de escrutar los ingredientes de esos productos importados descubrió que utilizan goma CMC (Carboximetilcelulosa), la cual reemplaza al mucílago (o baba) de la sábila. Eso le mostró que había un nicho de mercado por dónde atacar comercialmente.
“Me decidí a conservar en la botella el gel vivo de la sábila. El efecto de alivio se nota casi de inmediato en personas con problemas digestivos”, argumenta.
Con esta idea, y apoyado en su planta local, ha desarrollado un portafolio de cuatro bebidas: sábila pura (sin edulcorantes ni colorantes), sábila con chía (con aportes de omega 3 y 6, y aminoácidos), sábila con maracuyá (que opaca totalmente el gusto de la sábila) y sábila con granadilla (producto abundante de Huánuco y que suma propiedades digestivas).
Torres es consciente de que aún tiene mucho camino por recorrer para consolidarse, especialmente porque al haber decidido establecerse en provincia algunos temas de logística se complican, como el traslado de los envases desde Lima. Pero su idea está fija en tecnificar sus procesos.
Inocuidad y mercados
Otro aspecto que va en camino de mejora es el da las certificaciones, ya que si bien cuenta con registro sanitario y se guía por las buenas prácticas de manufactura, aún no ha dado este paso en el cual esperar invertir lo más pronto posible conforme vaya creciendo el flujo de ventas.
Actualmente, esta bebida que lleva por nombre “Sabilín”, se comercializa por redes sociales y con entregas directas en paquetes de dos unidades (cada botella contiene 500 mililitros) y se ha podido distribuir ya lugares como Satipo, Pichanaqui, La Oroya, Huancayo, y está abriendo mercados en Pucallpa, Tarapoto, Tocache, Uchiza, Tingo María y la propia Huánuco.
“El mercado ha ido creciendo, ya tenemos cobertura nacional y también nos han llegado propuestas de exportación a España y Colombia. Consideramos que debemos prepararnos para ese tipo de negocios; estamos apostando por convertir a la región Huánuco en la primera región de sábila o aloe vera”, dice con convencimiento.