Especialistas de 11 países fueron reunidos en el local del Centro Internacional de la Papa en Lima para intercambiar experiencias y conocimientos en el cuidado del cultivo de papa, teniendo como eje la experiencia peruana.
(Agraria.pe) Hay que empezar diciendo que la papa es el tercer alimento en importancia del mundo. Y es un cultivo que está enfrentando retos simultáneos: incremento de temperaturas, patrones de lluvia cada vez menos predecibles, sequías, inundaciones, granizadas, heladas y más. Todo en un contexto de lo que hoy conocemos como cambio climático.
Jorge Andrade-Piedra, científico del Centro Internacional de la Papa (CIP) pone en perspectiva todos estos factores y apunta que compartir conocimiento es cada vez más importante, especialmente en lo relacionado a investigaciones de variedades del tubérculo con características resistentes a sequías, temperaturas altas, producción de semillas y enfermedades como el tizón tardío.
Es por esta razón que la entidad recibió días atrás a 11 técnicos de diversos países de la región que son parte de la iniciativa de Cooperación entre Corea y América Latina para la Alimentación y la Agricultura (Kolfaci por sus siglas en inglés), quienes recibieron en un taller de manejo integrado los conocimientos que les permitirán enfrentar en sus regiones el cambio climático con alternativas como sistemas de producción de semillas, manejo de variedades, provisión de material de siembra sano, técnicas de manejo de plagas, fertilización y riego.
“La base del manejo integrado es usar variedades resistentes a estreses abióticos: me refiero a las sequías, altas temperaturas; y estreses bióticos como son principalmente el tizón tardío y los virus. La base es tener una variedad que sea resistente a estos problemas. Y luego tenemos una combinación de tecnologías que ayudan a superar problemas derivados del cambio climático, sea el uso de semilla sana, certificada, y técnicas para manejo de plagas y enfermedades. Tenemos al tizón tardío como la principal enfermedad, pero también hay enfermedades de semilla que requieren manejo integrado, lo que incluye la rotación de cultivos, sanidad, zonificación de cultivos por áreas y técnicas de manejo integrado para plagas, uso de feromonas, insecticidas de baja toxicidad, una batería de tecnologías a disposición del agricultor”, explica Andrade-Piedra.
En el caso peruano, el especialista reconoce que la papa se desarrolla en dos ambientes bien diferenciados. Por un lado está el agricultor de la costa que tiene acceso a mecanización, créditos, áreas más grandes y maneja técnicas sofisticadas; en tanto que en la sierra hay una agricultura de subsistencia con poco acceso a tecnología, bajo acceso al mercado y problemas sanitarios. Sin embargo, es este último sector donde se alberga una mayor diversidad, lo que los convierte prácticamente en guardianes de las papas nativas.
Experiencias compartidas
El “Curso de Manejo Integrado de Cultivo de Papa” que se impartió en el CIP este mes de abril desarrolló un total de nueve temas y tuvo como uno de sus objetivos prácticos el inicio de colaboraciones entre los especialistas participantes para identificar problemas comunes del cultivo de papa en sus respectivos países con la opción de desarrollar proyectos a partir de esos descubrimientos.
Sandra Insuasty Córdoba, una de las asistentes al taller en Lima, apuntó que en la región de Nariño en su Colombia natal, hay similitudes con el trabajo en papa que se realiza en Perú y Ecuador. En dicha zona existen 26 mil productores de escala media y pequeña con quienes, desde Agrosavia (la Corporación colombiana de investigación agropecuaria) trabaja en la difusión de metodologías y técnicas ancestrales para el cuidado del cultivo. “La diferencia (con Perú) es en el tema de tecnología. Perú ha avanzado mucho en tecnología tanto de diagnóstico, producción de semillas, fitomejoramiento, diagnóstico de plagas y enfermedades. En Colombia, en el centro del país (donde la producción es industrial) hay mayores avances a diferencia de Nariño que queda muy lejos y no tiene un clima o ambiente que se parezca al del centro por lo que la tecnología que crean ahí no la podemos validar. Tuvimos que adoptar tecnología de Ecuador, que se asemeja más”, cuenta.
Agrega que salir de su país a eventos como el del CIP le permite adquirir nuevos conocimientos, algunos ancestrales, para entregar tecnologías e ideas en su región. Destaca el trabajo de la institución en áreas como la promoción del consumo y que los Gobiernos se comprometan con el reconocimiento de la importancia de la papa, algo en lo que Perú tomó la delantera y es motivo de orgullo.
Por su parte, Jury Magne Calizaya, miembro del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal de Bolivia (Iniaf), comenta que en su país la agricultura en general vive realidades diferentes según se desarrolle en zonas altas y bajas. Es en las primeras, dice, donde se pueden encontrar la variedades de papas nativas y silvestres y los agricultores trabajan en superficies pequeñas con bajo rendimiento, lo que no les permite contar además con una dieta diversa.
Para atender esta realidad, trabaja en investigación, capacitación y producción, coordinando con agricultores que le permitan desarrollar semillas y captar tecnologías de otros países e instituciones como el CIP para validarlas en Bolivia. “Veo que el CIP trabaja en plagas y enfermedades bastante itinerantes en campo y laboratorio; parte de mi trabajo es producir semilla de papa prebásica. Mucho de lo que se aplica aquí pensamos solicitar que se lleve allá en métodos, protocolos, plagas y enfermedades”, estima.
Finalmente, Jorge Andrade-Piedra agrega que todo este trabajo tiene un correlato con la realidad de los mercados cuando se logra que establecimientos como los supermercados de Lima compren papas nativas y lleguen a un público que las consume. Un desarrollo que tiene como telón de fondo el banco de germoplasma del CIP, que es un tesoro para la institución y la humanidad, pues es el repositorio de genes con características múltiples que permiten desarrollar la investigación en el marco del cambio climático.
“El CIP está siempre gustoso de colaborar con sus socios de Perú; tenemos una agenda de investigación variada, y la tecnología que producimos aquí no solo es para el Perú y Latinoamérica, sino que se usa en la India, Nepal, Kenia, Tanzania, Ásia, África. El aporte del CIP con base en Lima es a nivel global”, cierra.