(Agraria.pe) La crisis hídrica en la región Piura continúa siendo una fuente de gran preocupación para el sector agrícola. A pesar de que en las últimas semanas se han registrado algunas lluvias que han permitido cierto alivio, persisten problemas estructurales que aún no se han solucionado por completo, lo que hace que el problema siga no solo en la actual campaña, sino también en las siguientes.
El reservorio de Poechos, principal fuente de agua tanto para consumo humano como para el riego de los cultivos de la región, especialmente en el valle del Chira, enfrenta un problema de capacidad de almacenamiento. Los 1,000 millones de metros cúbicos (MMC) que tenía originalmente de capacidad, debido a problemas de colmatación, ya no pueden ser retenidos en su totalidad, y actualmente no se alcanza ni la mitad de esa cifra. Este proceso de sedimentación se ha intensificado con los eventos climáticos extremos, como el fenómeno El Niño y el ciclón Yaku.
A ello se suman la deforestación y el incremento de la actividad agrícola en las zonas altas de la cuenca del río Chira, factores que incrementan la erosión y facilitan el arrastre de sedimentos hacia el embalse. Además, el cambio climático ha provocado ciclos de sequía más prolongados, dificultando que el reservorio pueda recuperarse con la rapidez que lo hacía en décadas pasadas.
Hasta la última actualización disponible, previa a la redacción de este informe, el reservorio contaba con una disponibilidad de agua de 244.2 MMC. Piura enfrenta una demanda actual de cerca de 150 MMC mensuales, entre consumo humano y riego. Sin embargo, con la reserva actual y con un uso constante, la represa no tendría la capacidad de abastecer la demanda requerida para todo el año. Por ello, las autoridades han establecido un esquema claro de prioridades. Primero es el consumo humano, que ha sido cubierto en los últimos meses en las principales zonas urbanas, mostrando una gran mejora en comparación con la crisis de cortes de agua vivida entre octubre y noviembre del 2024. No obstante, aún existen zonas donde no se ha podido regularizar el servicio de agua debido a factores técnicos.
Como segunda prioridad, la autoridad ha establecido el uso de agua para el riego de cultivos permanentes, mediante la liberación programada de agua desde los principales reservorios. Gracias a esta estrategia, se ha logrado salvar una buena parte de las cosechas de este tipo de cultivos. Sin embargo, existen casos puntuales en los que los cultivos no han logrado resistir la falta de agua.
La prioridad otorgada a los cultivos permanentes, como el banano o el mango, ha generado cierto malestar entre los productores de cultivos no permanentes, como el arroz, que es el más predominante en todo el valle del Chira. Estos últimos no han podido salvar su última campaña y se han visto gravemente afectados por la escasez de agua. Existen reportes donde se indica que, debido a la magnitud de la situación, muchos productores de arroz han desviado el agua de manera libre hacia sus cultivos, saltándose el orden de prioridad establecido con la esperanza de salvar algo de su inversión.
A pesar de que la situación está obviamente mejor que durante la segunda mitad del 2024, el riesgo sigue latente. La limitada capacidad del reservorio, sumada a las menores precipitaciones, podría provocar que la situación empeore repentinamente, especialmente a mitad del año, poniendo en peligro la próxima campaña. Ante esto, las autoridades han priorizado la gestión del uso del agua disponible, implementando liberaciones programadas para las principales asociaciones de usuarios, y han comenzado obras para mejorar la infraestructura y mitigar la crisis.
Durante la última temporada, cerca de 25,000 hectáreas de cultivo se vieron directamente afectadas, siendo el arroz, el mango, el limón y el banano los más perjudicados. A pesar de que los números indican una mejora en la productividad del sector en el 2024, esto se debe a otros factores, como el crecimiento de las áreas de cultivo, la entrada en producción de nuevos cultivos y el cambio varietal de algunos productos, lo cual mejoró los volúmenes. Sin embargo, es claro que la crisis hídrica provocó que toda la producción no alcanzara su máximo potencial.
Un claro ejemplo de ello es el mango, que ha experimentado una gran recuperación durante 2024, superando hasta en un 400% la producción del 2023. Sin embargo, las últimas proyecciones indican que no será capaz de recuperarse por completo a los niveles del 2022. Esto se debe a que la crisis hídrica provocó un adelanto en su maduración, lo que llevará a una reducción en la proyección para finales de la campaña, con un volumen de casi un 8% inferior al esperado. Además, comercialmente también se generaron problemas, ya que dicho adelanto ha provocado un cruce de temporadas con otras campañas, tanto peruanas como de competidores extranjeros —entre ellos México—, lo que ha ejercido presión sobre los precios, llevándolos a la baja.
El arroz es probablemente el cultivo más afectado por esta crisis, con muchos campos de arroz muertos debido a la falta de agua. Debido a la naturaleza del cultivo y a la informalidad que rodea su producción, aún no existen cifras oficiales sobre la magnitud de las pérdidas. Sin embargo, se estima que las mermas ya ascienden a cerca de S/ 15 millones.
El banano es otro de los productos que sufrió debido a la crisis hídrica. Cuando estaba en pleno proceso de recuperación tras un 2023 decepcionante, las pérdidas observadas durante esta última crisis han sido considerablemente grandes. Alrededor de 10,000 hectáreas se vieron afectadas, lo que generó pérdidas estimadas en US$ 10 millones para finales de la campaña.
Con respecto al limón, es importante diferenciar entre las dos principales especies que se cultivan en toda la región: el limón sutil, destinado mayoritariamente al mercado interno, y el limón Tahití, destinado en su mayoría a la exportación. La falta de agua y la mala floración están generando proyecciones muy pesimistas a medida que avance el año. Sin embargo, en las últimas campañas se observó el ingreso de nuevos cultivos que comenzarán a producir este año, lo que podría compensar en parte los escenarios de fuerte escasez. Actualmente, se espera una caída de entre el 25% y el 35% en toda la producción de la región.
Con respecto a la uva, es un caso especial para abordar. La mayor parte de su producción proviene de grandes exportadoras que cuentan con sus propios reservorios de agua y sistemas de riego tecnificado, por lo que no está tan expuesta como otros cultivos a esta crisis hídrica. Sin embargo, existen reportes que indican que dichos reservorios también se han visto afectados, por lo que es probable que este cultivo también esté siendo impactado. Se estima que el volumen perdido podría ser de entre el 5% y el 8% de toda la producción cultivada.
Es fundamental comprender que la escasez de agua no es un fenómeno nuevo; se trata de un problema recurrente que se presenta cada año durante las temporadas más secas en la región. Por ello, es crucial implementar medidas más concretas. Es urgente el desarrollo de infraestructura adecuada para la reserva de agua, tanto para el consumo humano como para el riego agrícola. Durante las temporadas de precipitaciones intensas, sería óptimo aprovechar estos momentos para almacenar agua. En este sentido, la creación de reservorios estacionales con alta capacidad de almacenamiento, así como de sistemas de retención de inundaciones, se presentan como las soluciones más efectivas para la región.
Sin embargo, la gestión del agua no es el único desafío que enfrenta Piura. Existe un serio problema relacionado con la selección de cultivos y la falta de planificación adecuada en la frontera agrícola. El acceso fácil y en ocasiones poco regulado al agua ha incentivado el cultivo de especies que demandan grandes cantidades de este recurso, muchas veces con un bajo rendimiento económico y un alto impacto ambiental debido a la deforestación. Esto genera un ciclo nocivo: el bajo costo del agua favorece el cultivo de productos como el arroz o el maíz, que son relativamente sencillos de manejar y ofrecen una cosecha rápida.
El camino más adecuado para la región es promover los cultivos permanentes, que aunque requieren una mayor planificación y presentan una rentabilidad inicial más lenta, son menos demandantes de recursos hídricos. Un ejemplo exitoso de esta transición son las grandes exportadoras de uva, que han logrado transformar terrenos desérticos en zonas agrícolas sostenibles mediante la construcción de reservorios de agua. Sin embargo, este cambio hacia una agricultura más moderna no puede ser llevado a cabo solo por los grandes productores; es esencial que el apoyo estatal se articule de manera efectiva, brindando las herramientas necesarias para una transición exitosa y sostenible de los pequeños productores, que son los mayores consumidores como conjunto.
Fuente: Fresh Fruit